jueves, 17 de noviembre de 2011

Un perro sorprende a un gato

Intenté por todos los medios deshacerme de un karma animal. Maullaba como diciendo: "Otra vez no, a mí no me tiene que volver a tocar". Ahí estaba el perro del vecino con una mirada asesina, tanto como si quisiera acabar con todos los gatos del mundo. No tuve ganas de volver a enfrentar ese obstáculo que representa el malestar de hoy y el resto de mi vida.
Un día que era verano, con la panza llena de comida, no tuve mejor idea que hecharme a tirar una siesta, lejos de los perros y mis animales pares. Necesitaba disfrutar del sol, el cielo descubierto de nubes y la brisa suave de verano, recostado en el verde césped. Pero esa tranquilidad deseada se fue agotando, con la llegada del can que me suele fastidiar en mi tiempo libre. Enseguida me enseñó los dientes, y refunfuñando me tuve que meter en la casa de mi amo.
Me sentía amenazado con la rpesencia del dogo, que instintivamente se divertía maltratándome. Hablo del perro del vecino. Pr todos los medios traté de buscar una solución que me liberara del problema.
Una noche que no advirtiera mi presencia me decidí a caminar por el tejado a platicar con otros gatos en busca de aliados. Por desgracia tengo un tempreamento bastante fuerte, y ante la presencia de mis semejantes no hago más que bufar con un comportamiento evitativo.
Para colmo, esa noche estaba esperándome el malvado perro. Por ello tuve que quedarme toda la noche esperando que se duerma, para pasar ligeramente cerca de él y alejarme. Finalmente quise llegar a un acuerdo con el perro y le dije:
-¿No sería mejor que viviéramos en paz sin necesidad de que me estés persiguiendo para cazarme?
Y el perro, con actitud pícara, contestó:
-Escuchame amigo mío, la naturaleza es sabia. Si no viviéramos instintivamente, no seríamos animales.
                                                                                                    Luciano

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